Lejos de ser una simple continuación del ya de
por sí exitoso FF Tactics Advance, Grimorie of the Rifts revisa y
mejora casi todos los apartados de su predecesor, desde el gráfico
hasta el jugable, para convertirse en el un gran exponente del rol
estratégico.
Es por títulos como FFTA2
que pasarse horas con la videoconsola trasciende lo meramente lúdico y
pasa a convertirse en todo un reto intelectual contra nosotros mismos y
contra la máquina. Esta obra de Enix, sin llegar a ser un canto a la
revolución ni a la originalidad, se limita simplemente a poner en orden
y perfeccionar las bases que ya sentara hace años su más antiguo
predecesor, el Final Tactics
de Playstation. Y lo hace de tal manera, que Grimorie of the Rifts se
ha convertido, a día de hoy, en el máximo exponente del rol estratégico.
Metidos en la piel de Luso, un mal estudiante castigado antes de las
vacaciones de verano, el jugador emprenderá un viaje inolvidable a un
mundo paralelo. De este reino de fantasía, el joven héroe sólo podrá
salir superando cientos de misiones que le enfrascarán en otras tantas
batallas junto a su peculiar clan. Peculiar, porque pueden formar parte
de sus filas, según el gusto del jugador, hasta un total de 7 razas,
con más de 50 oficios. Cada uno hará su elecció con el objetivo de
tener el grupo de batalla más poderoso y compensado, que aquí no todo
es fuerza bruta: tan importante es tener de tu lado a un gladiador,
como a un chamán o un francotirador.
[El ajedrez del siglo XXI]
Las batallas se desarrollan por turnos, en un escenario dividido en
casillas, que a más de uno le recordará a un tablero de ajedrez. La
paciencia y la planificación son claves para salir victoriosos de estos
enfrentamientos, que en algunos casos pueden llegar a alargarse más de
lo que a todos les gustaría. Al fin y al cabo, todo un reto estratégico
y mental en el que cada movimiento o ataque será a la postre relevante.
Cada detalle importa y no sólo durante la batalla, sino antes también,
La elección previa del equipamiento, de los personajes que se pondrán
en liza, y sus habilidades separan el éxito del fracaso. De esta
manera, no sólo importa cómo se reaccione durante las batallas, sino
también qué planificación se ha hecho antes.
Queda claro que Grimorie of the
Rifts encierra, dentro de su aparente sencillez, un sinfín de
posibilidades y variables que reportan cientos de horas de diversión a
los estrategas y hacen que ningún combate sea igual a otro. También es
normal que tanta opción abrume a los usuarios noveles, especialmente al
principio. Square Enix, sin embargo, ha trabajado bastante para
conseguir que la curva de aprendizaje esté absolutamente conseguida.
Casi sin darse cuenta, cualquiera que tenga en sus manos Tactics
Advance 2 se planta en seguida con unas cuantas misiones a sus espaldas
y varias horas sin despegarse de la pantalla.
Una historia entretenida, aunque no llegue a impresionar, ayuda a
enlazar un encargo con otro de manera fluida y coherente. De ahí que
cada misión tenga su porqué y pocas se parezcan entre sí. Elegir una u
otra en un momento dado puede variar el desenlace final del juego. Aquí
el orden de los factores sí puede alterar el producto.
[Una puesta en escena más que notable]
Igualmente cuidados están en la obra de Square el aspecto jugable como el técnico.
El apartado gráfico, sin ser muy distinto al de su precursores, sí que
se muestra mucho más colorido y, sobre todo, profundo. Las dos
pantallas de la DS se complementan a la perfección, recreando en la de
abajo toda la acción y mostrando en la de arriba todo tipo de
información detallada sobre las batallas o los personajes, fundiéndose
las dos en una sola en algunas escenas de vídeo.
La música, en la media de todos los Final Fantasy, presenta un nivel
bastante alto, pero con menos variedad que en otras entregas de esta
saga. Cada tema se adecúa perfectamente al momento en el que estamos,
transmitiendo mayor tensión o relajación según la situación. Los
efectos de sonido, en cambio, resultan demasiado molestos,
especialmente en los menús, donde hay que meterse constantemente para
cambiar diferentes atributos de los contendientes en la batalla.
Llegados a este punto, la sensación que queda es que este gran juego es
mejorable, pero no está muy claro en qué. Quizá los mapeados podrían
ser mas grandes y la historia más profunda, entre otras cosas. Pero no
se le encuentran grandes fallos; lo que confirma que si lo que un
jugador busca es rol estratégico del bueno, todo, o casi, lo va a
encontrar en Grimorie of the Rifts.